Fueron mis libros escritos, no en la arena o con arena, sino por y para la arena.
Libros cuyo destino-la inmóvil aventura- he abrazado, descifrándolos a medida que me identificaba con ellos hasta convertirme en su escritura misma. Milagro que ha sido posible a costa de mi propia disolución.
Arenas que, en nombre de la Nada, abolís la Nada, podría yo despojaros de vuestra legítima parte de infinito?
Arenas que, en nombre de la Nada, abolís la Nada, podría yo despojaros de vuestra legítima parte de infinito?
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