Jugar a jugar A propósito en estos días de olimpiadas, este encuentro del maravilloso mundo de los juegos globales chirría cierto devenir del juego en absoluta competitividad. En estos días, una maravilla de gimnasta declina su participación producto de la presión social devenida en presión mental, devenida en estrés y un sentimiento de tener “al mundo sobre su espalda”. Qué mundo (quizás, la nación a la que pertenece) será el que esta muchacha de apenas 24 años tiene sobre su cuerpo, no lo sabemos, es otro debate y no viene al caso. Lo que si viene a colación es que ante un hecho similar (presión pública) con otra deportista y un enorme deportista de élite admirado por gran parte de la humanidad (y no exagero), este competidor y cara visible de una banca internacional (que por cierto cambió por otra) regaña a esta colega por no cumplir con la regla de someterse públicamente ante los medios de comunicación y las corporaciones que hacen posible este juego, perdón, deporte de él