Ah, mis amigos, habláis de rimas Ah, mis amigos, habláis de rimas y habláis finamente de los crecimientos libres... en la seda fantástica que os dan las hadas de los leňos con sus suplicios de tísicas sobresaltadas de alas... Pero habéis pensado que el otro cuerpo de la poesía está también allá, en el Junio de crecida desnudo casi bajo las agujas del cielo? Qué haríais vosotros, decid, sin ese cuerpo del que el vuestro, si frágil y si herido, vive desde „la división“, despedido del „espíritu“, él, que sostiene oscuramente sus juegos con el pan que él amasa y que debe recibir a veces, en un insulto de piedra? Habéis pensado, mis amigos, que es una red de sangre la que os salva del vacío, en el tejido de todos los días, bajo los metales del aire, de esas manos sin nada al fin como las ramas de Junio, a no ser una escritura de vidrio? Oh, yo sé que buscaís desde el principio el secreto de la tierra, y que es arrojaís al fuego, muchas veces, para encontrar el secreto... Y sé que a veces ha...